miércoles, 14 de enero de 2009

Mis piernas se doblan con la fragilidad de un junco. Mi vida se va rasgando y voy cayendo al suelo en un movimiento pesado. Aguanto como puedo apoyando una mano crispada en el suelo cubierto de nieve. Nieve blanca, pura y fria que se está viendo mancillada con mi sangre, roja, que fluye ahora entre los cristales de hielo. Se desgarran mis latidos y padezco una agonía inugualable. Mis días llegaron a su fin, perdido en este páramo de hielo y desolación. Lamento no haber llegado a ti, lamento que los obstáculos del camino me pudieran, y que me halle aquí, ahora, diciéndote adiós. Grito mis palabras al viento rogándole al cielo con una fuerza que ni yo mismo sabía que poseía, que mis palabras lleguen a ti, aunque sea como un leve susurro. Que me recuerdes y me permitas seguir viviendo en tu memoria y no en tu olvido. Te quise, y quiero morir pensando que tú también mi, aunque tu vida, tus palabras y tus labios nunca fueron mios. Quise abatir demonios, surcar mares y vencer tempestades. Pero no pude. Pudo más la tristeza y la melancolía y la nostalgia de querer estar contigo y nunca estarlo. La soledad de estar rodeado de gente y pensar en ti. De no haberme podido reflejar en tus ojos antes de morir. Intento respirar pero no entra el aire, no consigo encontrarlo entre las gotas de lluvia helada que comienzan a mojar mi rostro, inexpresivo. Clavo mi espada en el suelo y me levanto a duras penas. Todo empieza a emborronarse, una extraña niebla empieza a rodearme y siento que pierdo la consciencia. Mi respiración se entrecorta cada vez más y pierdo mis fuerzas. De bruces sobre la nieve, solo me queda esperar a la Dama que me lleve a un mundo que la gente dice que es mejor. Para mi no hay un mundo mejor si tú no estás. No hay mundo sin ti, porque tú eres mi mundo. Ahora, los recuerdos agolpan mi mente. He vivido una vida que no me pertenecía, no la disfruté, no la quise. Deseé ser otro a cada instante, deseé todo lo que no tenía. Quise lo inalcanzable y por eso fui tan infeliz. Esperé, mientras el tiempo pasaba por mi lado y se reía de mi. Esperé, soñándote por la noche e imaginándote de día. Esperé, pero una noche los sueños no alcanzaban a abrigar mi ser. Decidí buscarte, decidí ser yo. Porque eres parte mía, y sin ti, nunca fui persona. Te quería, y quiero morir pensando que tú a mi también. Ya no siento el rostro, ni las manos, ni la mayor parte del cuerpo. Mis ojos se cerraron hace mucho y dejé de tiritar. Una serenidad extraña que nunca había sentido me comienza a invadir, y siento que me alejo de este mundo, un mundo al que nunca pertenecí. Porque siempre quise pertenecer al tuyo. Si ahora estuvieras aquí... te diría... que no me recuerdes por lo que fui. Si no por lo que quise ser.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Admiro mucho,muchisimo tu capcidad de sentarte frente al ordenador o frene a una libreta y expresar todos tus sentimientos de una forma tan bonito y realista a la vez.
Eres grande Margot..Eres mu grande..no lo olvides NUNCA